Jean-Luc Godard: crear destruyendo

*Lee aquí la parte I.

Saltar el tiempo

En las películas convencionales de Hollywood, los realizadores procuraban una elegancia en el montaje tan pulida de forma que el público no sienta que está viendo una representación, sino que es parte de la película misma.

Pero Godard, con la concepción de un cine con rupturas continuas, buscaba todo lo contrario. Si había grabado una escena de una conversación, y una parte de esta no le interesaba que saliera en la película, la cortaba, sin necesidad de disimularlo de ninguna forma. Este es uno de los elementos más importantes que instauró el francés en su destrucción de las reglas cinematográficas: la ruptura de raccord (continuidad).

En una de las escenas más famosas de A bout de soufflé, dos personajes tienen una conversación dentro de un carro. Godard corta partes que del diálogo que no le interesan, haciéndolas totalmente visibles para el público.

Los jump cuts – los cortes de la continuidad narrativa – generan a los espectadores una sensación importante de sus películas: el paso del tiempo en sus personajes.

Los filmes de la Nouvelle Vague en Jean-Luc son muy íntimos y exploran el sentido del ser humano. Y muchas veces, el francés los utiliza para, a través de la discontinuidad, mostrar la percepción del tiempo en ellos.

En Une femme es une femme (1961), Ángela (interpretada por Anna Karina), sentada en una cafetería, algo estresada, pensativa y triste, escucha una canción, y se muestra su desesperación y sus ganas de que termine. Esta desesperación y percepción del paso del tiempo del personaje, es mostrado por Godard a partir de la ruptura de raccord.  

Y ni hablar del ritmo…

En las películas de Godard sí que puede sentirse el paso del tiempo.  Por la propia naturaleza de su cine de explorar el sentido del ser humano, sus filmes son de muchos diálogos y reflexión de los personajes. Las palabras y los gestos son lo que más definen a los personajes que están en pantalla.  

El público no acostumbrado a narrativas no convenciones, suele percibir el cine de Jean Luc Godard como “lento”. Esta percepción de cierto tipo de público puede deberse al hecho de que él plantea una narrativa pausada, para crear relaciones íntimas entre personajes y público.  

Este aspecto no es una gran ruptura de raccord, teniendo en cuenta que la narrativa depende de cada director. Sin embargo, Godard pretende hacer su constante ruptura a partir de planos de larga duración en donde aparentemente no sucede nada, pero se hace una exploración del personaje.  

El director francés no considera bruto a su público. Generalmente lo pone a prueba. Une femme mariee (1964), empieza con largas tomas de una mujer y su esposo – aparentemente – en la cama besándose y hablando. Después de un tiempo, es que es posible percibir que el esposo de Charlotte no es con el que está en la cama.  He aquí la historia de una infidelidad, pero el realizador desea que los espectadores lo descubren por sí solos.

En sus películas, muchas veces se ve a un personaje cometer algo malo. Y mucho después, deja que se explique a sí mismo la razón por la que lo ha hecho.

Es también el caso de la protagonista de Une femme mariee, pues más o menos hacia la mitad del filme, ella cuenta por qué engaña a su esposo, haciendo su típica reflexión filosófica, en esta ocasión acerca de la percepción de los seres humanos hacia el pasado y el presente. 

La intención de Godard es retar constantemente al público, a que siempre esté pendiente, pues el sentido de sus películas se justifica por sí mismas.

En Pierrot Le Fou (1965), Marianne y Ferdinand están frente al mar, y discuten acerca de su relación. Es una escena larga donde el paso del tiempo se siente pausado, pues a través de esta historia, el director representó su tortuosa relación con Anna Karina.  

Hay otras escenas, en cambio, en donde aparentemente no está sucediendo nada, pero la vida entera está pasando. Para este director, los planos son herramientas metafóricas, por eso el ritmo lento que genera solo tiene sentido cuando se entiende en su conjunto.

Es a través de la “lentitud narrativa” que se puede establecer la relación que el director quería mostrar y entender las películas en su conjunto. 

Y los planos: ¡visuales de oro!

Para Godard, la manera de colocar la cámara era también una forma de representación de los personajes. Y para experimentar con la continuidad, utilizó distintos tipos de planos ya establecidos imponiéndoles su propia marca.

Un plano que corresponde a este tipo de intentos de ruptura es el plano holandés utilizado en la película Una femme mariee. En una escena en que una mujer está corriendo con su pequeño hijo al aeropuerto para recoger a su esposo, el director francés voltea la cámara de manera espectacular. Puede decirse que es un plano holandés, pero muy marcado.

Los planos de Godard eran utilizados de manera metafórica. Así que conectó esta imagen al plano del avión de su esposo, que también terminó en un holandés. Este tipo de tomas, en que el público tenía que girar tanto su cabeza constituyó para el público sobre lo que significaba “romper la imagen”. 

Jean Luc Godard es un director como pocos que han existido en la historia del cine. Uno que siempre quiso crear destruyendo, como bien lo dijo Jean Douchet. A través de su concepción del cine de una ruptura discontinua, experimentó en el montaje rompiendo la cuarta pared, a través de un ritmo lento, y con composiciones que retarían a cualquier regla cinematográfica. Su huella será imborrable. Y su legado, eterno.

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Soy Laura

Una apasionada por la narración a partir del sonido y las imágenes. Vengo del mundo de la literatura, pero rápidamente me enamoré del séptimo arte. Soy comunicadora audiovisual enfocada en la crítica y análisis cinematográfico, además de la fotografía y la escritura creativa.